miércoles, 17 de octubre de 2012

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Pensaba en todas las ocasiones que brindamos con champagne y en la sonrisilla que me echabas cuando posabas la copa en el mantel. Todo comenzaba con un ''feliz año'', uno o dos besos y un abrazo.
Tambien pensaba en cuando cogía tu guitarra y la hacía sonar como podía, y luego te acercabas a darme palmadas en la espalda. A propósito de esto, tambien recuerdo las charlas detrás de la cocina de leña mientras oíamos llover fuera.
Hoy esos recuerdos son la viva razón de la felicidad. Porque si hoy mismo los puedo recordar y me hacen feliz, llegará un mañana en el que tambien recordar(te) me hará feliz.
Pero verás, en este momento estaba pensando en que nada es para siempre. Y lo triste que resulta.

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