Estás viendo desde esa ventanita pequeña de la planta 4, como las hojas de los árboles se caen una a una, tampoco ves los pájaros cantar como hace unos días ni siquiera ves a niños correteando por el patio. Estás tropezando continuamente, con todas las piedras que encuentras, incluso en la propia piedra que te pusiste tú mismo. Te vas consumiendo poco a poco, como las velas de tu cumpleaños, te vas desgastando como cualquiera neumático. Es entonces, cuando te das cuenta de que llega el frío, otra vez.
Sin embargo, recuerda que sigues aqui. Porque siempre habrá un puto motivo por el que seguir y por el que pensar que después de este frío, llegará el calor. Que después de la tormenta, siempre llega la calma. Sea de la manera que sea.
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