Estás en plena tormenta, digamos que en un diluvio, y no precisamente son gotas que caen de nubes. Ese diluvio son las lágrimas que caen una a una por tu mejilla. De pronto, esperas que llegue la calma, como cuando una nube tapa el gran sol y unos minutos más tarde acaba desapareciendo, y ahí es cuando lo ves todo.
Pero no, hay ocasiones en las que uno tiene que luchar y otras en los que te debes dar por vencido. Lo cierto es que nunca fui razonable.Por eso mismo, y aunque sea la única, creo que todavía hay razones por las que creer. Hasta el final.
FIX YOU,
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